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Explorando juntos la psicología

¿Por qué enganchan tanto las relaciones tóxicas? La trampa del refuerzo intermitente.

Por Alberto Moraleda Olivares | Publicado el

Todos conocemos a alguien.

Esta es la típica situación en la que todos conocemos a alguien que está en una relación en la que claramente vemos que eso no lleva a ningún lugar, en la que por parte de nuestro amigo o amiga solo escuchamos quejas y pegas sobre la otra persona.

Situaciones en las que no para de hablar sobre dejar a la otra persona, pero nunca termina de ocurrir. Y entonces surge la pregunta, ¿qué narices está haciendo la otra persona para mantener a mi amigo/a ahí? ¿Tendrá algún super poder? ¿Es una fiera en la cama? ¿Habré sobreestimado la inteligencia y la capacidad de autoconservación de mi amigo?

Aunque muchas de estas preguntas pueden tener un si como respuesta, la realidad es un pelín más compleja, y para comprenderla tenemos que comenzar hablando de ratas (literales, esos roedores tan monos de toda la vida), máquinas tragaperras y psicólogos aburridos con ganas de descubrir los principios de la conducta humana.

pájaros discutiendo

¿Por qué hacemos lo que hacemos?

Menuda pregunta más redundante, y sin embargo también algo compleja si nos paramos demasiado a pensarla.

La conducta humana ha sido un tema central de estudio de lo más fascinante desde hace cientos de años.

Sin embargo, para el tema que nos atañe no tendremos que viajar tan atrás en el tiempo. En la década de 1930, el psicólogo Edward Thorndike fue uno de los pioneros en el estudio de lo que hoy llamamos condicionamiento operante.

Para establecer las leyes de este tipo de condicionamiento, este señor se le ocurrió la brillante idea de encerrar ratas en cajas, las cuales en su interior contaban con un mecanismo (una especie de palanquita pequeñita para ratitas) el cual tras ser accionado otorgaba un refuerzo (comidita para vale ya paro con los diminutivos).

Aquí el tema está en las variantes de cuando y como se otorgaba este refuerzo:

  • Reforzamiento continuo: cada vez que se accionaba el mecanismo se obtenía reforzador. Es decir, siempre que la rata tiraba de la palanca obtenía comida.
  • Reforzamiento intermitente: las respuestas solo se ven reforzadas en ocasiones. La rata accionaba la palanca, pero la recompensa llegaba solo a veces.

Estos programas pueden a su vez clasificarse en 2 tipos; de razón (se otorga la recompensa en función del número de respuestas) o de intervalo (la recompensa llega en función del tiempo).

Con el fin de simplificar lo máximo posible estos conceptos, no se incidirá mucho más en este artículo sobre los subtipos de razón e intervalo.

Aun así, es relevante mencionar que normalmente, antes de aplicar un programa de reforzamiento intermitente (se recompensa en ocasiones) se realiza normally el programa de refuerzo continuo con el fin de instaurar la nueva conducta (tirar de la palanca).

A modo de resumen, podemos decir que la conducta humana se rige en gran parte por estos programas de refuerzo (ya que son generalizables a todas las especies animales incluida la humana). Normalmente realizamos conductas que en algún momento nos han aportado o nos aportan consecuencias agradables, mientras que dejamos de hacer cosas que no nos han aportado ningún resultado nunca.

La verdadera eficacia está en el azar

Por lo que uno podría pensar de primeras, y por lógica, si tengo una palanca que me asegura obtener un refuerzo siempre que quiera seguramente me enganche más que la que en muchas ocasiones no me lo da ¿verdad?

Pues la triste realidad es que no. Los experimentos con las ratas mostraban que aquellas bajo un programa de refuerzo intermitente (específicamente de razón) realizaban con una frecuencia significativamente mayor la conducta de tirar de la palanca.

No es solo que la accionaran más, es que lo hacían con mayor intensidad y a mayor velocidad que las que recibían siempre el refuerzo, convirtiéndolas en pequeños roedores enganchados a la poderosa droga de presionar una palanquita de metal.

¿Sabéis quien más se engancha a presionar palancas o botones de manera compulsiva?

Exacto, los humanos con nuestras siempre presentes máquinas tragaperras, las cuales funcionan mediante un programa de refuerzo intermitente, otorgando a veces premio y a veces no.

Es por esto que en la cultura y sabiduría popular se escucha la frase de “lo peor que puede pasarte es que te toque”, ya que habrás caído en la trampa del refuerzo intermitente, y buscarás esa satisfacción con una intensidad mucho mayor en el futuro.

conejitos de pascua mirándose

Por lo que volviendo a las relaciones…

Malas noticias, esto que le pasa tanto a las ratas como a nuestro cuñado cuando va al bar nos pasa también al resto de mortales en numerosas situaciones a lo largo de nuestra vida.

El refuerzo intermitente nos engancha, y mucho. Al final lo que sucede es que el valor reforzante aumenta de una forma muy significativa al no estar siempre presente, y eso nos mola.

Así que, volviendo al tema de las relaciones interpersonales, lo que suele pasar es que al principio todo es muy bonito, hay muestras de afecto por todas partes, montones de regalos y detalles.

Esto como hemos visto constituiría un programa de reforzamiento continuo, en el que se consigue que las personas adquieran una nueva conducta de manera efectiva (estar con la otra persona porque resulta agradable).

Posteriormente, a medida que pasa el tiempo, esos detalles y muestras de afecto se van espaciando con el tiempo, convirtiéndose así en un programa de refuerzo intermitente y, paradójicamente, enganchando aún más a los componentes de la pareja, como pobres ratas que no paran de pulsar una palanca hasta que obtienen su recompensa.

Este programa de refuerzo intermitente se suele ver potenciado al incluir conductas desagradables entre medias (por ejemplo discusiones), ya que esto provoca que el valor que se le otorga a los momentos agradables (refuerzos) sea inmensamente mayor.

No perdamos la esperanza

Todo esto parece muy feo, y es que en parte lo es.

Sin embargo es importante matizar y contextualizar. Para empezar, las personas no somos ratas, y nuestro comportamiento es algo mucho más complejo que el simple hecho de hacer cosas porque nos gustan (y si no que le pregunten al que se levanta a las 6:00 AM a trabajar todos los días).

Lo explicado anteriormente son las bases de nuestro comportamiento si, pero existen muchos más factores que determinan el como nos relacionamos con el mundo, como puede ser nuestra historia de relaciones pasadas, nuestros objetivos vitales, nuestros intereses o nuestras preferencias.

El objetivo de este texto no es otro que ofrecer un pilar de información con el que poder conocer un poco más sobre nuestro funcionamiento, pero al final es siempre uno mismo quien puede decidir si está en una situación conforme con su vida o si por el contrario se encuentra en un lugar del que le gustaría salir en algún momento.

En caso de necesitar ayuda, desde Seliana Psicología recomendamos buscar la ayuda de un profesional, alguien que pueda aportar un punto de vista más objetivo ante situaciones que nos puedan parecer demasiado complejas o que nos sobrepasen, porque todos tenemos derecho a perdernos en algún momento, y todos necesitamos de alguien que nos ayude cuando nos cuesta encontrar una salida ante situaciones desbordantes.

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